jueves, 29 de junio de 2023

LAS REMESAS ROJAS

 

Un dinero con poco esfuerzo

    Hace algunos años, quizá más de los que estoy dispuesto a aceptar, Venezuela entera madrugaba. A las 4 am se comenzaban a distinguir luces encendidas en algunos hogares, ya para las 5 am muchas estaban encendidas y a las 6 am ya la inmensa mayoría de los venezolanos estaban de pie y preparándose para una nueva jornada. Los trabajadores que tenían que tomar el transporte público, los estudiantes, profesores, empleados públicos y en fin, todos quienes tenían que comenzar su rutina diaria, cumplían la norma de madrugar.

    Esa costumbre ha existido en mi, por muchos años y hoy se mantiene intacta. Posiblemente sea un noctámbulo, a quien cinco horas o menos de sueño le sean suficientes, tal vez la costumbre de levantarme de madrugada por mucho tiempo, me haya formado una disciplina de horario, que no me es molesta y la cual disfruto a diario, aunque disfrutarla solo sirva para ver el amanecer.

    Esa Venezuela madrugadora que recuerdo, era sinónimo de trabajo, las amas de casa preparando las comidas de la familia, la gente bañándose, arreglándose, maquillándose, para iniciar la jornada; las panaderías abiertas, esperando a sus clientes con sus cachitos, sándwiches y café; el transporte público laborando desde muy temprano y en fin, todo un país luchando por el compromiso común del desarrollo.

    Hoy día, nadie madruga, bueno casi nadie, para no generalizar y saber que un mínimo de la población requiere levantarse temprano. Ya hace mucho que María y Pedro (generalizando), tienen a sus hijos fuera del país, madrugando para el desarrollo de aquellos otros y enviando periódicamente las remesas rojas, a sus seres queridos. María y Pedro ya no madrugan, quizá porque el país está estancado y no hay trabajo que requiera el esfuerzo, tal vez porque el transporte público no opera temprano ni las empresas o puestos de trabajo comienzan en el anterior horario, pero en muchos casos y lo digo con conocimiento de causa, con personas de carne y hueso que puedo citar como ejemplo, porque las remesas rojas cubren las necesidades del hogar y madrugar, ya no es necesario.

    A diario, hago ejercicios de emprendimientos básicos que no requieren de mayor inversión y que pueden aportar algún ingreso adicional al hogar y créanme que son muchas las fuentes de trabajo personal, que puede aportar confort a la comunidad y servir de ayuda a quien lo realice. De hecho lo he comentado con algunos amigos, en pleno disfrute de su juventud y la respuesta recurrente ha sido el silencio y la apatía. Bien describía un profesor de finanzas, en la Escuela de Postgrado, hace unos cuantos años, que en época de crisis, los dos negocios que tendían a crecer más rápido, era las loterías y las licorerías, las primeras, debido a que todos están buscando un golpe de suerte y el segundo, paradójicamente, para ahogar las penas de la decepción del primero, y tanta lógica tienen las palabras de aquel profesor, que en mi pueblo, se rifan no menos de 200 carros y 200 motos anualmente y les aseguro que no estoy exagerando. Pero cual es el problema, si esas rifas y esos elíxires, también los pagan las remesas rojas.

    Nuestro gran problema, algún día y con el favor de Dios, será volver a tomar aquellos viejos hábitos y entender que todos debemos empezar a remar en la misma dirección, la del regreso a la normalidad, la del desarrollo y Dios permita, que quienes hoy están enviando las remesas, se nos puedan unir en este nuevo camino.

Vicente Colmenares Tovar

V-7.661.177

LAS REMESAS ROJAS

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