Hace ya 10 años y con motivo de una de las muchísimas marchas a las que he asistido, nos encontrábamos en la facultad de medicina de la Universidad de Oriente y me dieron el derecho de palabra. Les comentaba a los estudiantes y en general a todos quienes asistían a la protesta, durante mi arenga, que la política venezolana no aceptaba tintes intermedios, o éramos blancos o éramos negros.
A menos de un mes del más importante desenlace político en Venezuela, los tintes intermedios siguen sin aparecer y hoy más justificada que nunca, su inexistencia. Solo existen dos películas posibles en mi mente, una al mejor estilo de Hollywood y otra grabada con un celular económico y de bajo presupuesto.
En la primera puedo ver a un avión de alguna fuerza aérea extranjera, escoltado por varios aviones caza modernos, desembarcando en el aeropuerto internacional de Maiquetía al Presidente electo de Venezuela, Edmundo González y dejando claro que él mismo debe ser custodiado, protegido y salvaguardado por el gobierno venezolano, hasta su toma de poseción el día 10 de enero de 2025. Este evento podría tener lugar entre el 5 y el 9 de enero de 2025 y lo acompañarían sendos pronunciamientos de la Comunidad Internacional, solicitando con carácter único e impostergable, la imposición de la banda presidencial a Edmundo González. Si esta parte de la primera película se hace realidad, en el contexto presentado, es un hecho de que el gobierno cederá a dichas exigencias, entenderán que "el juego" ha finalizado y que deben apartarse para dar paso a una transición política en Venezuela. Pueden tener la seguridad de que esa será el efecto de esa causa.
La segunda película, sin mayor presupuesto, apenas con un camarógrafo, que a su vez es director y actor, solo refleja el amanecer del 10 de enero, en blanco y negro cabe acotar, con la mirada perdida de millones de venezolanos, agobiados ante la impunidad interna y la falta de apoyo externo, con la tristeza de quien sabe y entiende las circunstancias del día y con el conocimiento exacto de que ya se acabaron los mesías, los líderes políticos, no para dar la pelea porque por años la han dado, si no para lograr los objetivos, para cobrar, venezolanos incrédulos ante la mirada complaciente de los uniformes y las armas, porque las instituciones desaparecieron hace mucho, solo queda el poco o mucho talento dentro de un cascarón vacío. De presentarse esta segunda película, pueden estar seguros tanto internos como extranjeros, que ni las presiones, ni las sanciones, ni los discursos muchas veces hipócritas (en su mayoría), cambiarán estos siguientes 6, 12, 18 o > años de dictadura en Venezuela y lo peor, para la comunidad internacional, es que estarían abriendo una puerta hacia el Metaverso Político, para llevar a mis lectores a la ficción más letal que puedan imaginar, ya que todo puede ser tan real como lo quieran imaginar.
Dios nos cuide y permita que tengamos una buena película, digna de nuestras riquezas, de nuestro tamaño y de nuestra historia, porque el 10 de enero es el día y cambiará todo o nada, sin que un haz de luz, diferente al blanco puro o al negro puro, logre penetrar este espectro físico que solo permite ver la Libertad o la oscura Dictadura.
