sábado, 8 de junio de 2019

El mando natural

“El mando natural” Pareciera que en nuestra actual Fuerza Armada, existe una vinculación extraña y peligrosa, entre la línea política y su esencia no partidista. El artículo 328 de nuestra Constitución Nacional la describe como “… una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para …”; en su artículo 330 dice “… sin que les esté permitido optar a cargo de elección popular, ni participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político”. Estas normas constitucionales obedecen, inteligentemente, a la separación entre la política y los intereses del Estado, debiéndose hacer la salvedad de rigor entre Gobierno y Estado. Gobierno: Conjunto de personas y organismos que gobiernan o dirigen una división político – administrativa. Estado: Comunidad social con una organización política común y un territorio y órganos de gobierno propios que es soberana e independiente políticamente de otras comunidades. Como se podrá entender claramente, el gobierno obedece a las personas que dirigen un país, una región, un municipio, en un momento y por un período determinado, mientras que el Estado es donde confluyen lo social y lo político en función de un territorio y su independencia con respecto a otros Estados. Las instituciones son a sus integrantes, como el hogar a sus miembros. Solo una formación ética y de principios los podrá mantener unidos en función de la probidad y defensa de la misma, de otra manera comenzará a hacer aguas en cualquier momento. En una institución como la Fuerza Armada, es sencillo mantener ese criterio de seguridad y defensa, pero así como es fácil influir en sus integrantes para inculcar valores, igualmente sencillo resulta el inculcar antivalores. Si los mandos intermedios están claros en sus deberes, responsabilidades y funciones, en perfecta armonía con la letra de la Constitución Nacional, es imposible que se altere o se desvirtúe el rumbo de la institución. Son ellos los responsables de la formación académica, doctrinaria, militar, social, porque representan una influencia directa en sus subalternos, aunado al hecho de poseer el comando directo del grueso de la organización. La pugna política es por el poder del Gobierno y de los poderes públicos que conforman el Estado. Independientemente de su naturaleza política, doctrina y/o filosofía, el Estado, como representante del poder originario (el pueblo), es el responsable de gerenciar las políticas de seguridad y defensa, asumiendo el Presidente de la República el cargo de Comandante en Jefe de la Fuerza Armada. No obstante, jamás debemos perder de vista que esa facultad va en función de los intereses del país y no de su parcialidad política. Los políticos pueden cambiar de partido, de ideología, de color. La Fuerza Armada debe permanecer incólume ante la mirada de su verdadero Comandante (el pueblo soberano). El día que la Fuerza Armada cree una parcialidad política definida, estaría dando la espalda a un porcentaje de los habitantes del país, de sus compatriotas, a quienes juraron defender. No aplica el análisis numérico, solo el basamento sabio que muestra la Constitución al referirse al Estado y con el, al respeto y acatamiento de las Leyes. Tomar bandera hacia una parcialidad política, es inclinar la balanza hacia la misma, es entregar las armas de la República a un sector de la población, es ceder a lo impúdico, a lo inmoral. La política siempre buscará el poder como objetivo central de su lucha, por eso deben existir sistemas que permitan la sana alternabilidad del gobierno, pero el Estado siempre estará presente, aunque el gobierno cambie. Así como el Estado, también la Fuerza Armada y las instituciones permanecerán y dependerá de sus miembros, el que cada día sean más fuertes, honorables y exitosas, independientemente del desempeño del gobierno. Los militares nunca deberán atravesar la línea entre la política y sus deberes. Hacerlo es tomar partido en la contienda política y violar la Constitución Nacional. Nunca se debe perder la visión institucional, ya que la misma afecta a toda la comunidad militar y a otros sectores de la sociedad. La Fuerza Armada Nacional, no es una institución ermitaña y aislada en una burbuja, debe tener los normales vínculos y armonía con el resto de la sociedad. Los militares cuando dejan su uniforme en sus unidades, son parte activa de esa sociedad civil y un miembro más de la misma, sin uniforme. Sigue siendo el representante en el colegio, el cliente del supermercado, el espectador de la obra de teatro, el conductor o el transeúnte, entre otros. Nada marca una diferencia. Lo que si marca una diferencia, es que el objetivo interno, de la institución a la cual se debe y pertenece, es el de: “… garantizar la independencia y la soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y con la ley. En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna…” Art. 328 de la CRBV. No te dejes engañar. El Soberano, es tu Comandante en Jefe.

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