jueves, 1 de octubre de 2020

HAZAÑAS DE PASIÓN EN CUARENTENA II



        Continuando con el ciclo de hazañas de pasión, les presento a una trabajadora de la medicina.

Ana Mireya Bracamonte
    Ana Mireya Bracamonte, es una médico internista del Estado Miranda. Cuando se graduó de bachiller, ya hacía mucho que había definido lo que quería estudiar y su promedio daba los méritos necesarios para emprender cualquier carrera en el país.
    Entusiasta, alegre, pero muy aplicada, Ana logró culminar su carrera con honores y no perdió tiempo en iniciar su especialización en Medicina Interna. Cuenta con 31 años y hace 1 año que se casó con un compañero de la especialidad, con el cual compartió los 3 años de la especialización. Atiende en el Hospital José María Vargas de Caracas, en el cual realizó su postgrado.
    En poco tiempo se ha hecho muy conocida y muy popular, por su carisma para con los pacientes, su excelente trato a todo el personal médico, su disposición a ayudar a sus colegas y por su disciplina, dedicación y profesionalismo en su área. Siempre atenta a resolver los problemas de su servicio, a colaborar en todos los eventos que sea requerida, a permanecer por más tiempo del que su horario le exige. Su preocupación actual, es por la falta de información sobre el COVID 19 y más que por la desinformación, por la falta de seriedad con la que la población ha tomado la pandemia y la falta de compromiso en las políticas públicas, para la prevención, el diagnóstico y la actuación oportuna, en contra del virus.
    Ha consolidado varios grupos en las redes sociales, entre el personal médico del hospital y ya se están extendiendo a otros hospitales de la capital y del resto del país, tratando de estimular el trabajo efectivo del personal médico, sus cuidados, su protección, pero sobre todo la educación a la población, haciendo énfasis en los grupos de alto riesgo, los niños, ancianos y personas con patologías preexistentes.
    Su tiempo se ha visto reducido al máximo, por lo que solo le da tiempo para hacerse su aseo personal y dormir unas pocas horas en su casa. Su esposo también está dedicado por completo a su trabajo y son muy pocas las oportunidades en las cuales coinciden en el hogar, pero el esfuerzo es parte del juramento prestado y bien vale todo lo que hacen. Entre guardias, consultas, quirófano y ahora la administración de las redes sociales y su emprendimiento de brindar información a toda la red hospitalaria y educación a la población, se pasan sus días, con muy poco tiempo para el descanso.
    Le solicitó al Director del Hospital, que le facilitara un quirófano, uno de esos espacios vacíos, sin aire acondicionado y sin instrumental médico, que tan solo eran espacios desperdiciados, para montar su “centro de operaciones”, en donde, con la ayuda de todo el personal médico, se llevan las estadísticas, datos, tratamientos, entre otros, que les suministran del resto del país.
    Ha visto morir a algunos pacientes, con el dolor y la impotencia de no contar con los equipos básicos y los medicamentos necesarios para combatir la enfermedad, pero desgraciadamente ha madurado su comportamiento en el sentido de no sentirse culpable por esas carencias, sin que las mismas perturben o enturbien su ánimo y su voluntad para hacer lo mejor posible para salvar cuantas vidas pueda.
    Hace unos días se ha venido sintiendo muy decaída anímicamente y un estado gripal la ha atacado, por lo que ella misma ha reforzado sus medidas de bioseguridad, para resguardar la integridad de sus colegas y pacientes. Una pequeña fiebre al tercer día y la falta de sensaciones de olor y gusto, fueron la alerta para solicitar que le hicieran la prueba rápida del COVID, a la cual dio positiva. Su mente siempre positiva, la hace continuar adelante y perseverar en que muy pronto estará de nuevo con sus pacientes, pero decide internarse en el hospital, en aislamiento, para poder seguir con su proyecto en las redes sociales.
    Desde el hospital, puede tener acceso a información de primera mano y a posibles acciones que resulten eficientes y que requieran ser transmitidas al resto del país. Pasada una semana, su caso se ha ido agravando y sus colegas se han mostrado muy preocupados, desde el Director del hospital, hasta colegas de otros centros asistenciales, la han visitado y todos quieren tenderle la mano.
    Ya Ana se siente muy mal y no ha podido continuar con su trabajo en las redes, sin embargo su mirada se mantiene atenta, pero su cuerpo no responde al mismo ritmo que su voluntad. Por los grupos de whatsapp que ella misma creó, circulan solicitudes urgentes de equipos y medicamentos para Ana, pero el país está colapsado y ella, la fundadora de aquellos grupos, la arquitecto de esa estructura comunicacional, la inquebrantable doctora que siempre estuvo dispuesta ayudar a su prójimo, muere irremediablemente en una cama de aquel hospital.
    Murió por una pasión, murió sabiéndose querida y orgullosa de haberlo dado todo por su amor a la medicina y a sus pacientes.


    No es la vida, la que nos ancla a este plano terrenal, ni la muerte, la que nos hace partir de el. Son nuestros legados, nuestra personalidad, nuestra pasión por destacarnos, lo que harán que pasemos al olvido de nuestros familiares, amigos y de la sociedad, o sigamos viviendo entre ellos, así lo físico, pertenezca a esa nueva y eterna aventura.

Vicente Colmenares Tovar 
V-7.661.177

6 comentarios:

  1. Pues la verdad es que yo no quería que se muriera Ana. Pero así es la vida, que conste en acta que Intercedi por ella. Creo que en Venezuela es donde mas personal médico ha fallecido por Covid. Lamentable pero cierto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Precisamente de eso se trata mi amor. De mostrar la pasión de muchos, pero contrastada con la realidad de Venezuela.
      Era la única manera de captar la realidad.
      Te amo

      Eliminar
  2. Triste historia, cruda historia, historia de nuestra terrible realidad, Ana es posiblemente el reflejo de una de las características que bien representaba al Venezolano - el deseo de servir-, ojalá las Anas se multipliquen, ojalá el Dios de Bondad y el Médico de los Pobres, Jose Gregorio Hernandez cuide y proteja a todas las Ana y a los millones de héroes anónimos que en todo el mundo tratan de luchar contra algo desconocido. Que Dios le conceda el descanso eterno a Ana y que sus buenas acciones le sean premiadas

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amén hermano querido.
      De Anas, está lleno el país. Por desgracia se trabaja con las uñas y con la vehemencia de lograr la meta.
      Gracias por la lectura.

      Eliminar
  3. Excelente relato, triste como muchas realidades que estamos viviendo en el mundo, muy acertada.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es correcto, lo más cerca posible de la realidad, para que la gente sienta la delgada linea con la ficción.
      Gracias por la lectura.
      Dios me lo bendiga.

      Eliminar

LAS REMESAS ROJAS

  Un dinero con poco esfuerzo     Hace algunos años, quizá más de los que estoy dispuesto a aceptar, Venezuela entera madrugaba. A las 4 am ...