Para quienes me siguen como contactos en mi WhatsApp, les será muy fácil ubicar las palabras Cubanización o Africanización. En mi lenguaje cotidiano por esa vía lo he utilizado en múltiples ocasiones, en oportunidad de significar la destrucción paulatina pero constante a la que está siendo sometida Venezuela y junto al país toda la ciudadanía.
En el año 1.898, mediante el Tratado de París, Cuba y Puerto Rico, luego de permanecer como colonias españolas, adquieren su independencia y José Martí recibe a ambas Islas para erigirse como el máximo representante de la gesta de ese siglo en el Caribe.
Muchas fueron las voces de protesta que se levantaron para lograr la tan anhelada libertad. Un poema de Lola Rodríguez de Tió, en uno de sus más recordados poemas, expresaba "Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas, reciben flores o balas sobre el mismo corazón".
Hoy a más de 100 años de esa hazaña libertaria, en Venezuela pareciera que debemos recomponer el poema y redirigirlo hacia la decadencia que en la actualidad sufrimos los venezolanos y compararlos con las naciones africanas o con el desastre producido por la dictadura cubana, afirmando ahora que "Cuba y África son el augurio de un futuro incierto y espurio".
Venezuela está condenada al
subdesarrollo desde todo punto de vista. Quizá esta información choque con las
mentes medias, sobresalientes y brillantes que puedan detenerse a examinar este
escrito, pero es solo la consecuencia de su nivel cultural y es ahí
precisamente en donde nace la condena del estancamiento de nuestro país.
Tenemos una cultura mediocre y desgraciadamente eso no depende de la familia,
del entorno donde recibiste la educación, de la urbanización o barriada donde
te formaste, eso es la consecuencia lógica de la carencia de políticas públicas
orientadas hacia el crecimiento integral del ser humano. Es así como el
venezolano medio, cuando digo medio, me refiero al percentil en donde se ubica
la gran mayoría, ese tope de la parábola que se forma en la campana de gauss. El
venezolano medio no lee ningún libro, no asiste al teatro, no escucha opera, no
lee poesía, desconoce la mayoría de las capitales de los países del Mundo, por
no decir los de la región, esto hablando de lo cultural. El venezolano medio
tiene un dicho, patético por cierto, “si no trabajo no como, yo no creo en la
política”, y es así como ha dejado abandonado el terreno de la elección,
otorgándole la potestad a otros de elegir por él, no reclama sus derechos, no
cumple con su deberes tributarios, civiles, sociales, entre muchos y esto por
tocar el tema político-social. El venezolano medio piensa en el deporte como el
trampolín para llevar a sus hijos al estrellato y junto a ese estrellato, la
riqueza por encima de la fama, porque ven en el deporte una manera de salir de
la pobreza, sin crear una rutina de vida, de trabajo, de superación personal,
esto en materia deportiva. La Religión, las Tradiciones, el Folklore, las
fechas patrias, son solo mecanismos de recordar algo sin importancia, convirtiendo el venezolano
medio, nuestra historia, nuestras costumbres en mero formalismo estéril. Esto
solo refiriendo temas puntuales, el venezolano medio vive en anarquía, porque
ya las Leyes son instrumentos jurídicos que los utilizan algunos para su
interpretación y beneficio personal o político, sin miramientos, vergüenza o un
rastro de principios. En fin, somos la consecuencia del mal diseño de políticas
tendientes a mejorar nuestro gentilicio, a preparar integralmente hombres útiles
y dignos a la sociedad, tanto venezolana como mundial.
De esta manera obtenemos la visión
de la sociedad hacia el país, pero invirtamos el cristal y analicemos ahora al
Estado. El Estado venezolano, como responsable único del diseño y aplicación de
las política públicas dirigidas a la sociedad, posee el monopolio del
desarrollo cultural del pueblo, es a este, a quien le corresponde crear
mecanismos propios y diseñar alianzas con terceros, que promuevan, incentiven,
maduren, enriquezcan el crecimiento de sus ciudadanos. No obstante y no desde
hace veinte años, sino desde mucho más atrás, no se le dio la seriedad y la
importancia requerida a estas políticas y las consecuencias hoy son más que
tristes, alarmantes, sin tomar en cuenta el descalabro de la sociedad en los
últimos veinte años y que aún no ha salido a flote ese efecto devastador
producido por el abandono total de dichas políticas. Las pocas actividades
académicas que aún sobreviven en Venezuela, han decrecido en calidad, bien sea
por falta de incentivos a los educadores, ya sea por la fuga de talento humano
al exterior o por la deserción escolar, pero es un hecho cierto, que las
generaciones futuras van a estar en peores condiciones que las actuales y la
culpa ineludible es y seguirá siendo del Estado venezolano, por la falta de
acción en toda materia.
Ahora bien, estas son las dos
aristas bases, o sea, el apoyo o sostén de lo que exhibimos como sociedad a lo
interno y externo, pero existe un tercer factor, algo intangible, indeterminado,
carente de análisis, pero cargado de responsabilidad, de cara a esos factores
que han incidido e inciden en nuestro desarrollo. Se trata de la viveza
criolla, de esa falsa creencia a intuir que los demás son tontos, que los actos
imprudentes, ilícitos, fuera de lo aceptable por la sociedad, no son percibidos
o al menos son tolerados por el resto. Eso, más que cualquier otro factor, nos
pone en el borde del abismo social y no hay nadie que frene el siguiente paso.
He acá, en lo narrado, el caldo de
cultivo perfecto para llevarnos a la cubanización, para convertirnos en una
sociedad retrograda, subdesarrollada, dependiente, sin otro emprendimiento que
el de la viveza, a convertirnos en cómplices y coautores del desmoronamiento
del país, a convertirnos en seres humanos conformistas y desesperanzados de un
futuro digno, por no elevarlo a mejor, prominente o exitoso.
Pero desgraciadamente, el problema
no termina aquí. Cuba hoy día está enrumbada hacia otro escenario, los cubanos
exiliados, fugados o salidos de Cuba por diversas causas, tienen muchas maneras
de ayudar a sus coterráneos, a sus familiares, a retomar sus empresas y a
cohabitar entre el Norte y la Isla. Venezuela, caso contrario, está cada día
más aislada del mundo y no solo desde el punto de vista político, esa Venezuela
pujante, dueña de la segunda empresa petrolera del mundo, ya no es ni la sombra
del ayer. La tecnología nos ha abandonado, los métodos arcaicos en medicina,
ingeniería, sistemas computarizados, mecánica, educación, arquitectura,
contabilidad, telefonía, agropecuaria, son cada vez mayores por la falta de
acceso a esas innovaciones actuales que permiten el confort a la par del
crecimiento sostenido.
A este paso y con todos los
ingredientes dispuestos en la olla, con el fuego alto y una excelente tapa de
presión, le estamos dando paso a la africanización de Venezuela. La hambruna
general está tocando nuestras puertas, el alto nivel de desempleo, la trata de
blancas, la ausencia de políticas públicas y el conformismo del venezolano, son
los impulsadores de la debacle a todo nivel. Gente comiendo de la basura, en
ascenso; prostitución a toda edad, en ascenso; fuga de talento humano, en
ascenso; perdida de los valores, en ascenso; anarquía, en ascenso; son apenas
algunos de los muchos que podemos nombrar en esta suerte de sancocho en olla de
presión. La desolación de un país con todas las características y todos los
argumentos económicos y geográficos, para ser exitoso, modelo, referencial,
progresista, POTENCIA, se nos escapó de las manos y cualquiera de los países
pobres del África, pronto hablará de Venezuela como “los últimos de la lista”.
Estos elementos fueron creándose uno
a uno y en todos está presente la mano responsable del Estado, por lo que solo
se puede concluir, porque sería un error creer que es una inferencia o una
deducción, se puede concluir que existió y existe toda una estrategia para
llevarnos hasta este punto y lo peor es que no se avizora el final del hueco,
del abismo, de la caída, por lo que considero que escribirlo es una de las
pocas soluciones que como venezolano podemos aportar.
Por último y que puede ubicarse en
todos y cada uno de los extractos acá abordados, existe una corrupción
desmedida del Estado, exportada a los venezolanos en su esencia, que nos hace
vulnerables y nos ubica en un punto del cual, difícilmente podremos retornar.
Sea cual fuere la condición que nos depare el destino, el reto que presenta el
futuro venezolano deberá estar más enmarcado en lo social, que en lo político o
en lo económico.
Vicente Colmenares Tovar
V-7.661.177
Pues como dices a mucha gente no le va a gustar tu artículo porque se van a sentir aludidos, tristemente en Venezuela, una gran parte de la población se ha visto obligada a comportarse de manera indebida, a ejercer actividades ilícitas y convertirse en un delinciente y otra parte de la población nos hemos hecho complices y muchas veces hasta justificamos su actitud. Que esta mas mal, vender 20 litros de gasolina a 60.000 pesos o comprarla. Nos han convertido en una parranda de delincuentes y alcahuetes y eso por mencionar solo una actividad. La corrupción es en todos los niveles el pan de cada día. Gran artículo.
ResponderEliminarSomos el efecto de la causa amor. Esto de ninguna manera justifica la conducta de muchos, pero es como ver a un padre golpeando a su hijo por ser como el. El ejemplo es el resultado de la crianza y el Estado es el formador.
EliminarGracias por tu comentario.